Un pensamiento Simple

"La vida no es más que un abrir y cerrar de ojos, por eso disfruta y exprime la mirada que hay en medio."

viernes, 9 de noviembre de 2012

PEDRO GARCÍA CABRERA (A LOS POETAS CANARIOS XI)


Pedro García Cabrera nace en Vallehermoso, La Gomera en 1905.
Hereda de su familia materna la musicalidad en la poesía ya que su madre y sus tías eran aficionadas a la música, a cantar canciones tradicionales acompañándose de la guitarra.
Por motivos laborales, su padre que es maestro, debe viajar a Sevilla donde lo destinan y donde Pedro y su familia pasan un par de años.
Posteriormente se trasladan a Santa Cruz de Tenerife y será en la Universidad de la Laguna donde curse sus estudios de Magisterio y donde comienza a estudiar Químicas.
De1926 a 1928 colabora en Hespérides, revista de Santa Cruz de Tenerife en la que coincidió con gente como Eduardo Westerdahl o Domingo Pérez Minik.
En 1930 publica su primer trabajo: “Líquenes”, que podría encuadrarse en su etapa de Neopopularismo.
Junto con los escritores canarios Rodríguez Doreste, López Torres y Juan Ismael funda la revista Cartones, ya de tendencias vanguardistas, y dirige la publicación decenal gomera de cuatro páginas Altavoz (1930-1931).
Participó en abril de 1931, en Santa Cruz de Tenerife, en las elecciones locales que ocasionaron el final de la monarquía y la proclamación de la República y desde entonces García Cabrera no abandonaría nunca esas preocupaciones políticas y sociales.
Colabora además activamente en la revista de la Gaceta del Arte(1932-1935) que contribuye a fundar junto a Eduardo Westerdahl y que le edita su segunda obra poética, la plaquette Transparencias fugadas (1934).
En 1934, por decisión judicial es obligado a irse de Tenerife y se exilia en Tafira (Gran Canaria). Un año después conoce a Andre Breton y Benjamín Peret en la II Exposición Internacional de Surrealismo celebrada en Tenerife, y suscribe un Manifiesto de adhesión a este movimiento.
Es detenido por sus ideas socialistas junto a otros políticos republicanos el 18 de julio de 1936 y es conducido primeramente a una prisión flotante y luego al campo de concentración de La Isleta (en Gran Canaria). El 19 de agosto es deportado, con treinta y siete compañeros más, en el barco correo Viera y Clavijo al campo de prisioneros de Villa Cisneros, actual Dakhla (Sáhara), experiencia que narra en su Romancero Cautivo con el poema "Con el alma en un hilo". En marzo de 1937 protagoniza una espectacular fuga, junto con un grupo de presos y de soldados que desertan del bando ‘nacional’, y tomando el correíllo ‘Viera y Clavijo’ ponen rumbo a Dakar (entonces colonia francesa). Se instala durante un tiempo en Dakar hasta que viaja a Marsella, desde donde vuelve a España en ferrocarril para integrarse en el ejército republicano en el frente de Andalucía, en el servicio de inteligencia militar.
Sufre un grave accidente y es ingresado en el hospital civil de Jaén. Trasladado posteriormente a Baza será nuevamente hecho prisionero y condenado a treinta años de prisión, siendo puesto en libertad vigilada en 1946.
En 1948 comenzó a trabajar como administrativo en la Compañía Española de Petróleos (CEPSA) y se casó con Matilde Torres Marchal.
Con la vuelta a Canarias empezó para García Cabrera una segunda fase de su vida y su obra. Desde ese momento hasta el final de sus días, el poeta pudo publicar nueve libros (de Día de alondras a Hacia la libertad), pero también escribió y dejó sin publicar otros quince. Las difíciles circunstancias de la época y su condición de represaliado de la dictadura franquista explican la nula presencia pública de García Cabrera en los años 1940-50 y su lenta reaparición en el decenio siguiente.
En las décadas de 1960 y de 1970 se observa, en efecto, en García Cabrera esa dualidad de la escritura del poeta ante el mar y la del poeta en la sociedad, dualidad presente en los poemas de Las islas en que vivo. Las circunstancias políticas de mayor libertad en las postrimerías del franquismo, junto a la condición del poeta como superviviente republicano y represaliado de la dictadura, y, desde luego, su nunca apagado interés por la política, favorecieron la orientación de la poesía de García Cabrera hacia la crítica social y política.
En septiembre de 1980 le fue tributado un homenaje a García Cabrera en el Círculo de Bellas Artes, de Santa Cruz de Tenerife.
García Cabrera murió en Tenerife el 20 de marzo de 1981. Pocos meses después, el 3 de junio de ese año, su figura fue objeto de un homenaje de la Universidad de La Laguna, con la participación de José-Carlos Mainer, Andrés Sánchez Robayna, Sebastián de la Nuez y José Antonio Martínez
Entre sus obras destacaría:
-Líquenes (1930)
-Transparencias fugadas (1934)
-Entre la guerra y tú (1936)
-Romancero cautivo (1936)
-La arena y la intimidad (1940)
-Hombros de ausencia (1942)
-Viaje al interior de tu voz (1944)
-Día de alondras (1951)
-La esperanza me mantiene (1959)
-Vuelta a la isla (1968)
-Las islas en que vivo (1971)
-Elegías muertas de hambre (1975)
-Caluroso amanecer (1979)

Y entre sus poemas , he elegido para musicar uno que habla de su tierra....y que podéis leer mas abajo y oír en el reproductor soundclick , arriba a la derecha.


GOMERA de Pedro García Cabrera

A cara o cruz he lanzado a la mar una moneda;
salió cuna y nací yo: cuna o concha es La Gomera.
Súbete al roque más alto, silba con todas tus fuerzas
hacia atrás, hacia la infancia, a ver si el eco recuerda

las bordadas camisillas que abrigaron mi inocencia.
Sílbame más, mucho más, que oiga las primeras letras
del alba silabeando los renglones de mis venas.
Silba, silba sin cesar, y tráeme la escopeta,

los caballitos de caña con sus bridas y cernejas,
el croar de los barrancos y las palmas guaraperas.
Silba, silba sin descanso, hasta llamar a la puerta
de los que en lucha cayeron con la rebeldía a cuestas.

Sílbame el Garajonay, que va siempre sin pareja
bailando el santodomingo camino de las estrellas.
Sílbame el ritmo de fuego con que danzan tus hogueras
dando a la noche madura la juventud de doncella.

Sílbame el faro sus luces, los alfileres que vuelan
a hundirse en el aceríco redondo de las tinieblas.
Sílbame la sal y el agua, sílbame el pan y las penas,
y la libertad que amamos sílbala a diestra y siniestra.

Cierto que no morirás, mas si algún día murieras
entra en el cielo silbando y silbando pide cuentas
de por qué te condenaron a soledades perpetuas.
Y ahora silba más hondo, silba más alto y sin tregua,
silba una paloma blanca que dé la vuelta a la tierra.

1 comentario:

  1. La última estrofa es de fuerza tremenda Alfonso.

    Y tal parece que desfilan los alientos de La Gomera, lugar que no conozco y he ha gustado respirar a través de estas agudas letras.

    Saludos y buen fin de semana.

    ResponderEliminar