La invitación de unos amigos, Ana María Bellido (pintora, directora de cine y no se cuantas cosas más) y Bruto Pomeroy (periodista, actor, “conseguidor” de talentos)
Y ahora ambos metidos a “galeristas”…si eso es, galerista, pues ambos son los propietarios (y al mismo tiempo “curritos” y administrativos y todo lo que haya que ser) de la Galería de Arte “El Viajero Alado”, sita en la calle Arcos, 27 en Lebrija, en el mismo centro.
Es curiosa la vida.
Después de años sin vernos, Ana Mari y yo nos encontramos en un acto celebrado hace un par de años en la Caseta Municipal de Puerto Real.
Ella desde esos momentos se dedica casi más a la labor de dirección audiovisual que a su faceta de Pintora.
Allí conocí a su esposo Bruto Pomeroy y desde el principio me cayo bien, con su dialéctica “flotante” y nerviosa, queriendo contar mil y una cosas al mismo tiempo y yo… detengo el tiempo y me dedico a oír embelesado.
Ana Mari sigue teniendo ese aire de artista despistada (que si que lo es ambas cosas) y un sentido del humor agudo como pocos.
Después de haber inaugurado hace dos meses la galería con el pintor madrileño Fernando Bellver (del que Ana Mari hizo un documental estrenado a diversas partes de España) y ahora con una exposición del pintor nonagenario (pero con un espíritu endiabladamente joven) Juan Alcalde, continúan sus actividades con esta presentación literaria por partida doble del joven escritor y traductor de griego Juan José Tejero.
Así que una vez más, Ana tomó las riendas de la Mistery Machine y nos encajamos en la bella ciudad sevillana.
Me impresionó la pintura de Alcalde (sobre todo las vistas de edificios).No soy un experto en pintura pero me gustó la exposición.
Allí saludamos a Ana y Bruto y después de ver la exposición de Alcalde, nos presentó al escritor.
Juan José Tejero es además de escritor y traductor, profesor de griego y latín en Valencia. Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Sevilla, este joven de 31 años es afable y cercano, lejos de la ampulosidad de otros que he conocido.
Ama profundamente la cultura clásica (lo que se detecta en el caracteristico brillo de ojos cuando habla del tema).
Venía acompañado del editor y escritor Manuel García a presentar dos libros totalmente distintos, la traducción de “Epitafio” del escritor griego Yannis Ritsos.
Yo desconocía la figura de Ritsos, todo un héroe en su Grecia natal.
Yannis Ritsos
Su obra fue quemada por orden del general fascista y Ritsos pasó grandes temporadas en prisión en islas que no tenían ni lo más indispensable para la supervivencia.
La obra además de estar transcrita en griego y traducida por Juan José Tejero, consta de un romance adaptado de la obra escrito por Manuel García.
He de agradecer este descubrimiento a Juan José…Ritsos, un luchador, un defensor del amor y la libertad pasa a formar parte de los seres de los que soy y seré deudor.
No se trata del típico libro de viajes…es más bien una exploración interior en el marco de la Grecia desconocida…No solo de esa Grecia de monumentos e historia, de piedras y leyendas, sino más bien de la Grecia cotidiana, de la real, de la actual , que aún así se mueve en el tiempo y el espacio.
Todo un hallazgo.
De esos días en que te das la enhorabuena por la “potra” que a veces tienes de estar en el lugar donde la vida se despoja de lo superfluo.
Una obra llena de lirismo y de buenas vibraciones humanas, de preguntas no contestadas aún…un bello libro.
Después de la presentación tuve el privilegio de hablar con el autor y que me firmara ambos ejemplares.
Allí pudimos ver en lo que trabaja ahora y la verdad me encantaron sus pinturas chinas (basadas en las técnicas chinas de pintura, con material y utensilios del país oriental).
Nos enseño sus grabados y Ana y yo quedamos maravillados al conocer el espacio en el que trabaja.
Después los acompañamos a tomar unos vinos a un lugar curioso y maravilloso…se llama El Chocazo, y es una bodega (lo es desde el siglo XVIII) que regenta Andrés y que ha pasado de padres a hijos por generaciones.
Allí probamos un fino que denominan “Pata Negra”, hecho allí mismo y acompañado por unas aceitunas que el mismo Andrés aliña y una chacina típica y digna de un rey.
Allí estuvimos departiendo con dos amigo, José Mari (ceramista en su tiempo libre y del que espero ver pronto su obra) y Manuel (del que esperamos conocer pronto sus famosos guisos)…la mejor compañía que podíamos desear.
Y después de un rato estupendo y tras despedirnos de nuestros anfitriones, no queriendo enredarnos más de lo debido pues debíamos regresar a casa, nos marchamos con la conciencia de haber pasado una tarde noche única.
Gracias a todos.