MIRO AL CIELO HOY

Cuatro de los cinco jinetes del apocalipsis (¿ donde estaría el otro ?


Ya llevaba dos semanas en casa (dos semanas en las que ya había enviado yo cinco cartas a un promedio de 1 cada 3 días y recibido 4).
El cartero era uno más de la casa al que yo miraba amistosamente cuando me llegaban las cartas…y el que huía despavorido cuando la carta tardaba un día más de la cuenta.
Aún releo de vez en cuando las cartas de amor que intercambiábamos Ana y yo.
En estos días mi rutina veraniega consistía en llevar un diario para no olvidarme de las cosas que quería contarle que hacía, tocar la guitarra muchísimo, ir al Río San Pedro (brazo de mar que usamos como playa los portorrealeños) y por la noche salir con mis amigos a tomar algo en las terrazas de verano. Entonces yo no bebía cerveza, me decantaba más por el vermouth rojo (hoy en día no puedo ni olerlo) y el tinto de verano…mi pasión por la cerveza es tardía.
Allí en locales como el desaparecido Cine Pastor (un cine de verano que fue reconvertido en terraza de verano la cual tampoco existe hoy), en el Muelle (diversos locales) e incluso en el Lebrón (un pub donde tomábamos bebidas exóticas y jugábamos a cartas y otros juegos).
Baños marinos, composiciones con la guitarra cubierta de arena (el viejo y añorado Freddie) y largos paseos a la luz de la luna en busca de un teléfono estropeado que me permitiera hablar con “ella” hasta la madrugada con solo una moneda. Teníamos mis amigos y yo localizados los teléfonos trucados del pueblo. Ir a ellos a llamar me recordaba esas películas americanas de los años 50 y 60 en que una patulea de niños del Bronx o Brooklyn reventaban o abrían una bomba de riego de bomberos y jugaban bajo la lluvia en aspersión en el viejo New York. Incluso hacías amigos de “cabina” y tenías auténticas disputas con gente poco comprensiva con los enamorados..jajaja.
Así pasaban mis días a la espera del mes de septiembre en que “ella” vendría a Cádiz a pasar las vacaciones.
Yo mientra tanto miraba las estrellas por la noche “desde mi azotea” ( si esa azotea existe aún y está en el centro del pueblo , en la casa de mi madre) sabiendo que ella estaba viendo las mismas desde su ventana y le escribía canciones como esta:

Miro al cielo hoy desde mi ventana
Una estrella en él que reluce vana
Porque sabe que
Para mi solo existe tu luz.

El anochecer invita a la nostalgia
Y mi corazón la tristeza embarga
Porque solo tú
Puedes curarlo con tu amor.

Estando tu ausente me siento mitad
Perdido entre tinieblas y en mi soledad
Tu presencia es el dulce brotar
Vuelta a respirar de mi ser.

Mi forma de ser que es tan variable
Ahora tu mantienes estable
Eres para mi
El vendaval que me hace volar
Si en tu corazón encuentro mi nido
Allí quedaré junto a tus latidos
Y mi corazón
Tu refugio es si quieres tú.

Estando tu ausente me siento mitad
Perdido entre tinieblas y en mi soledad
Tu presencia es el dulce brotar
Vuelta a respirar de mi ser.

Miro al cielo hoy desde mi ventana
Una estrella en él que reluce vana
Porque sabe que
Para mi solo existe tu luz.

Nota del autor : La grabación es de hace unos años.