viernes, 26 de octubre de 2012

TOMAS MORALES (A LOS POETAS CANARIOS V)


Tomas Morales Castellano nace en el Municipio de Moya, en el norte de Gran Canaria, en 1884.
Como muchos de sus coetáneos , con los que compartirá estudios y aficiones, comienza su educación en el Colegio de San Agustín de la capital.
Allí coincidirá con otros poetas grancanarios como Alonso Quesada y Saulo Torón y el pintor Néstor Martín Fernández de la Torre.
En 1900 se traslada a Cadiz para estudiar medicina.
Publica sus primeras poesías en 1902, en el Telegrafo de Las Palmas.
Luego marcha a Madrid donde entabla amistad con escritores como Luis Doreste Silva, Angel Guerra, Ruben Darío o Ramón Gómez de la Serna.
En 1909 regresa definitivamente a Gran Canaria donde ejerce de medico en Agaete (1911/1919) y luego en Las Palmas.
En 1921 es elegido Vicepresidente del Cabildo Insular de Las Palmas pero no tendrá tiempo de avanzar mas en su carrera política ni en la literaria...pues ese mismo año fallece.
Su prematura muerte , a los 37 años de edad ,vuelve a dejarnos con la incertidumbre de hasta donde habría llegado este genial poeta, uno de los adalides del Modernismo Lírico canario.
Tan solo pudo editar dos obras...La segunda de ellas, La Rosa de Hércules, es uno de los mas hermoso ejemplos de la literatura canaria...
A titulo personal, diré que es uno de mis poemarios favoritos...De él y de su parte dedicada a Poemas de Mar extraje estos dos sonetos que unidos forman la canción que mas arriba, en el reproductor soundclick , podeis oír.

POEMAS DE MAR de Tomas Morales

La taberna del muelle tiene mis atracciones,
en esta silenciosa hora crepuscular.
Yo amo los juramentos de las conversaciones
y el humo de las pipas de los hombres de mar.

Es tarde de domingo; esta sencilla gente
la fiesta del descanso tradicional celebra;
son viejos’ marineros que apuran lentamente,
pensativos y graves, sus copas de ginebra.

Uno muy viejo cuenta su historia: de grumete
hizo su primer viaje el año treinta y siete,
en un bricbarca blanco, fletado en Singapoore.

y contemplando el humo, relata conmovido
un cuento de piratas, de fijo acaecido
en las lejanas costas de América del Sur...


Es todo un viejo lobo: con sus grises pupilas,
las maneras calmosas y la tez bronceada.
Solemos vagar juntos en las tardes tranquilas;
yo le estimo, él me llama su joven camarada...

Está bien orgulloso de su pasado inquieto;
ama las noches tibias y los días de sol;
y entre otras grandes cosas dignas de su respeto,
es una, la más alta, ser súbdito español.

En tanto el mar se estrella contra las rocas duras,
él gusta referirme curiosas aventuras
de cuando fue soldado de la Marina Real;

de aquel famoso tiempo guarda como regalo
la invalidez honrosa de su pierna de palo
y su cruz pensionada del Mérito Naval...



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