viernes, 23 de noviembre de 2012

PEDRO LEZCANO (A LOS POETAS CANARIOS XVI)



Pedro Lezcano Montalvo
Aunque nace en Madrid en 1920, su familia se traslada a la isla de Gran Canaria cuando este tenía dos años de edad. Comienza a escribir sus primeras poesías en los años de la Guerra Civil Española, aunque su vocación literaria no verá la luz en papel de imprenta hasta años más tarde.
Estudia Filosofía y Letras entre La Laguna (Tenerife) y Madrid, pero no llega a terminar su tesis doctoral .Tras terminar los estudios se establecerá como impresor y editor.
Frecuenta a los garcilasianos liderados por el poeta José García Nieto en su tertulia del Café Gijón. Allí traba amistad con Eugenio de Nora, Dámaso Alonso y Cela entre otros
Influenciado inicialmente por los poetas del 27, especialmente por Miguel Hernández, admirador de los grandes poetas isleños Saulo Torón, Tomás Morales y Alonso Quesada ,alterna la poesía popular con la de contenido social y humanístico, sin despreciar la lírica más existencialista y amorosa.
Su vinculación con otros poetas e intelectuales canarios de su generación, como los hermanos Agustín Millares y José María Millares Sall, Carlos Pinto Grote o Ventura Doreste y Víctor Doreste propicia la aparición de Antología cercada, un poemario colectivo que se adelanta a lo que después se catalogaría como Poesía Social en España.
También adoptará un compromiso político colaborando estrechamente con el Partido Comunista de España durante los años de la dictadura, con Canarias Libre, y otras iniciativas antifranquistas.
Por su poema Consejo de Paz, donde realiza una denuncia de las injusticias sociales y una crítica al militarismo, es sometido a un consejo de guerra junto a Salvador Sagaseta.
Sus poemas han sido musicados por diversos compositores populares como Manuel Picón o Andrés Molina, aunque su relación más importante en este campo la estableció con Manuel González Ortega y Mestisay, con quienes establece una fecunda relación personal y artística desde la fundación del grupo, participando en conciertos y giras internacionales donde recitaba sus poemas y colaborando como recitador en la cantata “Romance del Corredera”, basada en un texto de su autoría. Varias canciones de Mestisay, como “Sulema” o “Mi pequeña María” tienen su origen en poemas del propio Lezcano, que también grabó con el grupo canario en la década de los 80 su monólogo poético “La Maleta”, muy popular en las Islas Canarias, y que sería ilustrado en 1984 por Manuel Cardona Sosa con reedición en 1993,[1] y musicado por Rogelio Botanz y grabado por Taller Canario de Canción.
En los años 80 inicia su faceta como candidato político independiente en la coalición Unión del Pueblo Canario, hasta llegar a la Presidencia del Cabildo de Gran Canaria en 1991, por ICAN (partido político fundacional de Coalición Canaria). Miembro de Honor de la Academia de la Lengua Canaria, Premio Canarias de Literatura y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e hijo adoptivo de esta ciudad, Lezcano fue, además, un notable jugador y maestro de ajedrez, submarinista, senderista y micólogo.
Fallece en Gran Canaria en el año 2002.

De su obra en prosa hay que destacar La ruleta del Sur (1956), Desconfianza (1945), Diario de una mosca (1994) y Cuentos sin geografía y otras narraciones (1968). De su obra poética quizás sean La Maleta(1962) y Consejo de Paz las más conocidas, pero también hay que mencionar libros como Cinco Poemas (1944), Romancero canario (1946), Paloma o herramienta (1989) y Romance del tiempo (1950).

De entre su obra, me decido por este magnífico “Retrato de un obrero cualquiera”...que podéis oír en el reproductor soundclick.

“RETRATO DE UN OBRERO CUALQUIERA” de Pedro Lezcano

Los pintores del mundo han retratado
personajes ilustres y guerreros,
dorados reyes, rojos cardenales,
ángeles blancos y angelitos negros.
Pero nunca han pintado cabalmente
el exacto retrato de un obrero.
Y ya es hora que el arte se preocupe
de temas verdaderamente serios.

Pero es difícil que un obrero adopte
el elegante porte fotogénico,
con la frente bien alta
y una mano en el pecho.

Habría que sorprenderle
antes de que el sol abandonando el lecho,
o emprendiendo el camino desde el alba
con el hatillo al hombro del almuerzo.
O ascendiendo a la gloria de un andamio,
o hundido hasta las minas del infierno,
atronando en el yunque o silencioso
mientras medita el temple del acero...
Sorprenderle una tarde
en las tabernas lóbregas del sueño,
mirándose al espejo de sus hijos
o contando el salario con los dedos...

Mas si yo fuese artista,
sabiendo que este obrero
me fabricó el pincel de pura marta,
tejió con hebra vegetal mis lienzos,
hizo la luz que alumbra mis colores,
coció las rojas telas de mi techo,
lo pintaría igual que se pintaba
a Dios en otros tiempos:
con una bola del mundo en una mano,
puesto que ha fabricado el mundo entero.
En una mano, el mundo; en la otra, nada:
la esperanza y el viento.



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