viernes, 17 de enero de 2014

INCONGRUENCIA VITAL (LA SONRISA DEL GATO DE CHESHIRE, 27)



Hoy me ha sucedido algo curioso, doloroso (solo unos instantes) y regenerador a la vez.
Curios porque no lo esperaba, doloroso porque…tampoco lo esperaba y regenerador porque su superación me ha dado fuerzas para continuar.
Hace unos días, un amigo (no diré su nombre porque él no es responsable de lo acontecido) me mandaba un mensaje en el cual me contaba que había desayunado en un local de la capital (Cádiz) donde suele haber actuaciones musicales en directo y que hablando con uno de los propietarios había salido a colación mi nombre, que él les había hablado de mí y hablaron sobre una posible actuación en dicho establecimiento…
Mi amigo me dice que han quedado para que me ponga en contacto con el susodicho propietario para hablar de esa eventual actuación.
Descubro el local en la red y su teléfono, envío varios mensajes vía internet y varias llamadas telefónicas que no obtienen respuesta…y por deferencia a mi amigo (que se ha preocupado por mí) decido pedir un día en el trabajo (de los pocos de los que dispongo) y me encamino a la ciudad con una sonrisa y el alma serena en un día desapacible, lluvioso y ventoso…Eso no me arredra.
Tomo el tren, camino por la ciudad y me dirijo al local (no diré el nombre por respeto).
Entro y pregunto por la persona de contacto…y aquí viene la sorpresa…
El señor me mira de arriba abajo, con cara de disgusto, y me espeta…
“Sí, soy yo…pero no atiendo hoy. Solo de martes a jueves (es viernes)”…y aparta la vista.
Quedo tocado por  el tono de sus palabras…y comienzo a decir…
“Perdone. Un amigo común me ha comentado…”
Me vuelve a mirar con desagrado…y me repite…
“Si…ya…seguro que es para cantar aquí o “algo” así (no se qué significa “algo así”) ¿No?...YA TE HE DICHO QUE SOLO ATIENDO DE MARTES A JUEVES”.
“Bueno…he tratado de ponerme en contacto con usted”, le digo “sin respuesta ninguna…Mi amigo (aquí digo el nombre de mi amigo) me dijo que había quedado con usted en que yo viniera…”
Su cortante respuesta:
“Mira, yo no conozco a ese tío (lo dudo, mi amigo no tiene como costumbre mentir) y no tengo tiempo para ti”…
Y aquí es cuando me despido educadamente y me marcho…y por el camino saco algunas conclusiones (no sé si erróneas o no):
1.       Debo tener aspecto de músico con características de pedigüeño (supo que era músico antes de decírselo…igual tiene poderes sensoriales) y, por la mirada que me echa, me hace sentir un indigente molesto,
2.       Los músicos  no famosos por lo visto somos un estorbo, una incongruencia, un absurdo paréntesis,
3.       La palabra gratuita escapa velozmente de la boca antes de cerrarla cautelosamente.

Yo iba más bien por cortesía. No necesito buscar lugares para actuar y no me suelo ofrecer nunca…Si alguien quiere que toque en su local (y esto no es por prepotencia sino más bien por decoro) solo tiene que decímelo…Soy accesible.
Llevaba ilusión, un disco para regalar (para que me oyera antes y decidiera) y una sonrisa.
Lo que quedó luego fue estupor, dolor (breve, es cierto) y luego superación.
No guardo rencor (el sabrá porque actuó así e igual tendría sus motivos) y le pido disculpas públicas si mi sola presencia le molestó.
Esto me hace decidir, por un lado, que no tocaré jamás en dicho lugar bajo ningún precio ni concepto (la dignidad no se compra) .seguiré con mi modo de actuar, es decir, no voy a ofrecerme a actuar como músico en ningún lugar que no se interese por mí personalmente…
Y a mis amigos, para otra ocasión en que suceda algo similar, os doy permiso para facilitar mi teléfono fijo (no uso móvil) para concretar lo que sea.

Ahora, vuelvo a mi vida con una sonrisa y olvido(por superado) lo acontecido, de lo que saco en positivo que superar una ofensa es amarse un poco más a uno mismo. 

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