….y desde la barra del Pay Pay ,
viendo las evoluciones de los Pimpis de Cai, cerveza en mano e
inmejorable compañía, cierro un día único e inolvidable...
Camino silbando al encuentro de un
amigo...Son las 9 de la mañana...
Desde las Canteras a la nueva estación
de tren son solo unos minutos...pero da tiempo para evocar muchos
instantes únicos de pasadas ediciones...cuando Mariana Cornejo
cantiñeaba junto a la estatua de Fernando, o un monólogo
impresionante de Montse Torrent en Santa María, Antonio Martínez
Ares cantando una de las nuevas en el Casino (maravillosa foto
cenital la de aquel día)....la “mojada” tonificante de la lluvia
en la segunda Ruta...y la fortuna de conocer a gente maravillosa...
Y así , con estos flashes llego a la
estación...No espero mucho...siempre puntual aparece Paco Luque,
para mi el trovero por excelencia de la ruta...que hoy nos va a dar
una hermosa sorpresa...
Normalmente voy a la Ruta en tren pero
Paco ha tenido el detalle de pasar por Puerto Real a recogerme...y no
cabe duda que el viaje es más grato en compañía de un buen
amigo...y a él así lo considero...
Llegar a la Caleta y reencontrarme con
amigos de Quiñones siempre es emocionante...ver a Jap Peralta cámara
al frente...recogiendo cada hermoso y efímero instante,
convirtiéndolos en eternos...
a mi
querida amiga Rosalía, que con el brillo de su sonrisa engalana la
Caleta, mi hermanory Fernando Polavieja...al que quiero una jartá
(como diría él)...y la incombustible Blanca Flores...que es el
viento que impulsa esta marea...
Y nos
movemos, en el espacio y en el tiempo...pero sobre todo en un mundo
que se mueve desde el corazón, sin márgenes, sin
límites...celebrando una vez más la presencia de un amigo...la
presencia de Fernando...
Y así
fue como lo viví.....
“Como
una marea, cálida y sonriente,
rebosando
calles, plagando la playa,
dejando
una vez más , así, la simiente
del alma
viajera y de la palabra.
Y se
reúnen allí en torno a la Caleta,
a la
puerta del mar que de nuevo los llama,
un grupo
de amigos y entre tímido y chuleta
Fernando
sonríe desde su atalaya.
Gaviotas
al vuelo, cámaras al aire
y así
inmortalizan lo efímero de nuevo.
El brillo
en los ojos , ese es el peaje
que libra
el trayecto del verbo hasta el cielo.
Pasos en
la calle, voces evocadas
en
conversaciones claras como el día,
abro mis
pulmones , Las Puertas del Falla,
y miradas
dulces llegan como brisa.
En la
Plaza Mina, un Templo del Libro,
cantes y
poemas que saben a beso
intuyo
otras voces, entre hojas vibro,
y desde
aquél estante espía Juan Cantueso.
El
Mercado abre sus puertas, historias
que así
desempolvan los tiempos pasados.
Camino y
las huellas cubren mi memoria
de
Alegrías , Candombe y aromas salados.
Siguen
las andanzas “pa” la Catedral,
a
brazadas lentas, respirando gloria,
María de
Arteaga, Calle de San Juan,
y la luz
que llena la plaza me asombra.
Y al
recodo “hetáirico” de ese callejón
al que
llaman todos el de los Piratas
el
trovero nos retrata en su canción
y los
bluesmen siembran su arte “canalla”.
El Pópulo
entonces nos abre sus puertas.
Festejo,
canciones, descanso y arroz.
En la
Calle Silencio suspira el poeta
y afina
su alma el aprendiz de cantor.
Y ya todo
es fiesta en el Pay Pay,
versos de
colores, tonadas luminosas
y la
chirigota que arma el guirigay
desgranando
risas, picante y jocosa.
Y
presiento a Fernando en los camerinos,
etéreo y
dichoso ante la conjura
y una voz
susurra con tono ambarino:
“¡Titi!
¡Cuánto arte! ¡Bendita locura!”
….y
desde la barra del Pay Pay , viendo las evoluciones de los Pimpis de
Cai, cerveza en mano e inmejorable compañía, cierro un dia único e
inolvidable...
Nota- Fotos cortesía de Antoñín Díaz y Cinty Leiva