Nicolás Estevánez fue sin duda un hombre singular.
Nació en Las Palmas de Gran Canaria el 17 de febrero de
1838, hijo de un militar progresista de origen malagueño, Francisco de Paula
Estévanez, y de Isabel Murphy Meade, de una familia de comerciantes de ascendencia
irlandesa asentados en España.
Siguiendo la tradición familiar,ingresó en 1852 en la Academia de Infantería de
Toledo, y terminó sus estudios en 1856. Ese mismo año tomó parte con su
batallón (cazadores de las Navas) en la represión de las jornadas
revolucionarias de julio de 1856 en Madrid. Estuvo de guarnición en Cangas de
Onís y en 1858 fue comandante militar de Llanes.
Posteriormente hizo la campaña de África en 1859 y 1860 donde fue herido, ascendido a capitán y
condecorado con la cruz laureada de San Fernando por haber intervenido en
quince acciones y dos batallas. En 1863 fue destinado a Puerto Rico, y en 1864
se le encargó que visitara los Estados Unidos para estudiar los episodios
militares más importantes de la
Guerra de Secesión, y elaborar la Memoria correspondiente.
De octubre de 1864 a
julio de 1865 intervino en la guerra de Santo Domingo, mandando un batallón, a
pesar de ser capitán.
Toma parte activa en la revolución de 1868 y en el
movimiento federal de 1869: detenido en Béjar, estuvo prisionero en las
cárceles de Salamanca y de Ciudad Rodrigo durante once meses, recobrando la
libertad con la amnistía de 1870. Desde la cárcel colaboró en El Combate y El Rayo. Su nombre aparece, desde el primer número (15 de junio de
1871), entre la relación de colaboradores que figuran en la cabecera de La Ilustración Republicana Federal, publicada en Madrid y dirigida por Enrique Rodríguez
Solís.
En 1871, estando destinado en Cuba como capitán, se enfrenta
a la decisión de un consejo militar (cuya sentencia considera ilegal) de la sentencia de muerte contra ocho
estudiantes que habían sido condenados en consejo de guerra y Nicolás Estévanez
se rompe literalmente su sable ante la injusta sentencia diciendo que “antes
que la patria están la humanidad y la justicia”. Por este motivo solicita la
baja del ejército pero nunca se arrepintió de lo que había hecho. Hasta hoy
existe una placa en la fachada del Hotel Inglaterra en La Habana que recuerda el
lugar y el hecho.
De vuelta a la península, integrado en el Partido
Republicano Federal es elegido diputado por Madrid en 1872. Elegido para las
Constituyentes por tres distritos, optó por representar a Canarias. Proclamada la República el 11 de
febrero de 1873 fue nombrado Gobernador de Madrid. Después es nombrado Ministro
de la Guerra
durante un breve periodo (del 11 al 28 de junio de 1873)
Con la restauración en España del régimen monárquico, y
repuestos los Borbones en el trono, hubo de exiliarse con su familia,
estableciéndose primero en Lisboa, logrando el gobierno español su expulsión de
Portugal en 1876 por sus activismo antimonárquico. Vuelto a Cuba fue también
expulsado de la isla en 1879 (el Capitán General le concedió doce horas para
abandonarla), marchando a los Estados Unidos y luego a Méjico. Acabó por
establecerse en París, donde se integró como traductor y colaborador habitual
en la casa editorial de los hermanos Garnier, que mantenía importantes
colecciones en español destinadas al número creciente de lectores hispanos de
ambos hemisferios. Se encargó primero de preparar ediciones destinadas a un
público juvenil, luego algunos títulos técnicos y novelas, para abordar más
adelante versiones en español de clásicos: Aristóteles, Séneca, Cicerón,
Teofrasto, Montesquieu, Diderot, &c.
Fallece en Francia en 1914.
A pesar de esta azarosa biografía,sus actividades no son
exclusivamente militares y políticas
sino también literarias. Estévanez
destacó en sus facetas de poeta, traductor, periodista e historiador.
De entre sus poemas he elegido este “Monólogo Campesino” por
considerar que es uno de sus poemas con más fuerza y contenido social...y a la
vez mas actual...
Monólogo Campesino
de Nicolás Estevanez
El sol me pertenece, el aire es mío,
no me tasan el agua porque abunda
en claras fuentes y en el ancho río;
¿y no es mía la tierra que fecunda
mi labor incesante y fatigosa?
¡Me arrebatan las mieses que he segado,
y se las lleva gente perezosa
que vive sin dolor y sin cuidado!
¡Tras de quitarme el pan que se me debe,
arrancarme los hijos que me ayudan!
¡Y nos llaman soez, inmunda
plebe,
y si estamos vestidos, nos desnudan!
Para vivir nos falta un elemento
detentado por leyes inhumanas:
con la tierra nos roban el sustento...
¡y respondemos con protestas vanas!
Pero la plebe ha de cansarse un día
De prorrumpir en quejas inocentes
¡Para acabar con tanta villanía
no basta con las uñas y los dientes!
NOTA-Podéis oír la canción en el reproductor soundclick,
como siempre.
Yo estoy esperando que la plebe de un paso al frente.
ResponderEliminarOjalá que pronto.
Excelente poema de este militar "especial".
Saludos.