Pedro
García Cabrera nace en Vallehermoso, La Gomera en 1905.
Hereda
de su familia materna la musicalidad en la poesía ya que su madre y
sus tías eran aficionadas a la música, a cantar canciones
tradicionales acompañándose de la guitarra.
Por
motivos laborales, su padre que es maestro, debe viajar a Sevilla
donde lo destinan y donde Pedro y su familia pasan un par de años.
Posteriormente
se trasladan a Santa Cruz de Tenerife y será en la Universidad de la
Laguna donde curse sus estudios de Magisterio y donde comienza a
estudiar Químicas.
De1926
a 1928 colabora en Hespérides, revista de Santa Cruz de Tenerife en
la que coincidió con gente como Eduardo Westerdahl o Domingo Pérez
Minik.
En
1930 publica su primer trabajo: “Líquenes”, que podría
encuadrarse en su etapa de Neopopularismo.
Junto
con los escritores canarios Rodríguez Doreste, López Torres y Juan
Ismael funda la revista Cartones,
ya de tendencias vanguardistas, y dirige la publicación decenal
gomera de cuatro páginas Altavoz
(1930-1931).
Participó
en abril de 1931, en Santa Cruz de Tenerife, en las elecciones
locales que ocasionaron el final de la monarquía y la proclamación
de la República y desde entonces García Cabrera no abandonaría
nunca esas preocupaciones políticas y sociales.
Colabora
además activamente en la revista de la Gaceta del Arte(1932-1935)
que contribuye a fundar junto a Eduardo Westerdahl y que le edita su
segunda obra poética, la plaquette
Transparencias fugadas
(1934).
En
1934, por decisión judicial es obligado a irse de Tenerife y se
exilia en Tafira (Gran Canaria). Un año después conoce a Andre
Breton y Benjamín Peret en la II Exposición Internacional de
Surrealismo celebrada en Tenerife, y suscribe un Manifiesto
de adhesión a este movimiento.
Es
detenido por sus ideas socialistas junto a otros políticos
republicanos el 18 de julio de 1936 y es conducido primeramente a una
prisión flotante y luego al campo de concentración de La Isleta (en
Gran Canaria). El 19 de agosto es deportado, con treinta y siete
compañeros más, en el barco correo Viera
y Clavijo al campo de
prisioneros de Villa Cisneros, actual Dakhla (Sáhara), experiencia
que narra en su Romancero
Cautivo con el poema "Con
el alma en un hilo". En marzo de 1937 protagoniza una
espectacular fuga, junto con un grupo de presos y de soldados que
desertan del bando ‘nacional’, y tomando el correíllo ‘Viera y
Clavijo’ ponen rumbo a Dakar (entonces colonia francesa). Se
instala durante un tiempo en Dakar hasta que viaja a Marsella, desde
donde vuelve a España en ferrocarril para integrarse en el ejército
republicano en el frente de Andalucía, en el servicio de
inteligencia militar.
Sufre
un grave accidente y es ingresado en el hospital civil de Jaén.
Trasladado posteriormente a Baza será nuevamente hecho prisionero y
condenado a treinta años de prisión, siendo puesto en libertad
vigilada en 1946.
En
1948 comenzó a trabajar como administrativo en la Compañía
Española de Petróleos (CEPSA) y se casó con Matilde Torres
Marchal.
Con
la vuelta a Canarias empezó para García Cabrera una segunda fase de
su vida y su obra. Desde ese momento hasta el final de sus días, el
poeta pudo publicar nueve libros (de Día de alondras a Hacia la
libertad), pero también escribió y dejó sin publicar otros quince.
Las difíciles circunstancias de la época y su condición de
represaliado de la dictadura franquista explican la nula presencia
pública de García Cabrera en los años 1940-50 y su lenta
reaparición en el decenio siguiente.
En
las décadas de 1960 y de 1970 se observa, en efecto, en García
Cabrera esa dualidad de la escritura del poeta ante el mar y la del
poeta en la sociedad, dualidad presente en los poemas de Las islas en
que vivo. Las circunstancias políticas de mayor libertad en las
postrimerías del franquismo, junto a la condición del poeta como
superviviente republicano y represaliado de la dictadura, y, desde
luego, su nunca apagado interés por la política, favorecieron la
orientación de la poesía de García Cabrera hacia la crítica
social y política.
En
septiembre de 1980 le fue tributado un homenaje a García Cabrera en
el Círculo de Bellas Artes, de Santa Cruz de Tenerife.
García
Cabrera murió en Tenerife el 20 de marzo de 1981. Pocos meses
después, el 3 de junio de ese año, su figura fue objeto de un
homenaje de la Universidad de La Laguna, con la participación de
José-Carlos Mainer, Andrés Sánchez Robayna, Sebastián de la Nuez
y José Antonio Martínez
Entre
sus obras destacaría:
-Líquenes
(1930)
-Transparencias
fugadas (1934)
-Entre la guerra y
tú (1936)
-Romancero cautivo
(1936)
-La arena y la
intimidad (1940)
-Hombros de ausencia
(1942)
-Viaje al interior
de tu voz (1944)
-Día de alondras
(1951)
-La esperanza me
mantiene (1959)
-Vuelta a la isla
(1968)
-Las islas en que
vivo (1971)
-Elegías muertas de
hambre (1975)
-Caluroso amanecer
(1979)
Y entre sus poemas ,
he elegido para musicar uno que habla de su tierra....y que podéis
leer mas abajo y oír en el reproductor soundclick , arriba a la
derecha.
GOMERA
de Pedro García Cabrera
A
cara o cruz he lanzado a la mar una moneda;
salió cuna y nací yo: cuna o concha es La Gomera.
Súbete al roque más alto, silba con todas tus fuerzas
hacia atrás, hacia la infancia, a ver si el eco recuerda
salió cuna y nací yo: cuna o concha es La Gomera.
Súbete al roque más alto, silba con todas tus fuerzas
hacia atrás, hacia la infancia, a ver si el eco recuerda
las
bordadas camisillas que abrigaron mi inocencia.
Sílbame más, mucho más, que oiga las primeras letras
del alba silabeando los renglones de mis venas.
Silba, silba sin cesar, y tráeme la escopeta,
Sílbame más, mucho más, que oiga las primeras letras
del alba silabeando los renglones de mis venas.
Silba, silba sin cesar, y tráeme la escopeta,
los caballitos de caña con sus bridas y cernejas,
el croar de los barrancos y las palmas guaraperas.
Silba, silba sin descanso, hasta llamar a la puerta
de los que en lucha cayeron con la rebeldía a cuestas.
Sílbame el Garajonay, que va siempre sin pareja
bailando el santodomingo camino de las estrellas.
Sílbame el ritmo de fuego con que danzan tus hogueras
dando a la noche madura la juventud de doncella.
Sílbame el faro sus luces, los alfileres que vuelan
a hundirse en el aceríco redondo de las tinieblas.
Sílbame la sal y el agua, sílbame el pan y las penas,
y la libertad que amamos sílbala a diestra y siniestra.
Cierto
que no morirás, mas si algún día murieras
entra en el cielo silbando y silbando pide cuentas
de por qué te condenaron a soledades perpetuas.
Y ahora silba más hondo, silba más alto y sin tregua,
silba una paloma blanca que dé la vuelta a la tierra.
entra en el cielo silbando y silbando pide cuentas
de por qué te condenaron a soledades perpetuas.
Y ahora silba más hondo, silba más alto y sin tregua,
silba una paloma blanca que dé la vuelta a la tierra.
La última estrofa es de fuerza tremenda Alfonso.
ResponderEliminarY tal parece que desfilan los alientos de La Gomera, lugar que no conozco y he ha gustado respirar a través de estas agudas letras.
Saludos y buen fin de semana.